En la tarde de hoy representantes y simpatizantes de varios partidos políticos de izquierdas han celebrado el aniversario de la proclamación de la segunda república en Elche.
Se ha conmemorado el aniversario de la proclamación de la 2ª república mediante una manifestación pacífica que ha transcurrido por las calles de Elche, desde la zona de carrús (Chimeneas-Pza Barcelona), pasando por Jorge Juan, Reina Victoria, Puente de Canalejas, hasta llegar al ayuntamiento en Pza. de Baix, donde se ha leído el manifiesto que adjuntamos a continuación, confeccionado por los diferentes grupos.
Un poco de historia:
La Segunda República Española fue un sistema democrático que existió en España entre el 14 de abril de 1931, fecha de su proclamación, en sustitución de la monarquía de Alfonso XIII, y el 1 de abril de 1939, fecha del final de la guerra civil, que dio paso a la dictadura franquista. El numeral «segunda» obedece a la necesidad de distinguirlo del anterior período republicano, la Primera República Española (1873-1874).
Foto: Proclamación de la 2ª República
Tras el período del Gobierno Provisional (abril-diciembre de 1931), durante el cual se aprobó la Constitución de 1931 y se iniciaron las primeras reformas, la historia de la Segunda República Española «en paz» (1931-1936) suele dividirse en tres etapas. Un primer bienio (1931-1933) durante el cual la coalición republicano-socialista presidida por Manuel Azaña llevó a cabo diversas reformas que pretendían modernizar el país. Un segundo bienio (1933-1935), llamado por las izquierdas bienio negro, durante el cual gobernó el Partido Republicano Radical de Alejandro Lerroux, apoyado desde el parlamento por la derecha católica de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA), que pretendió «rectificar» las reformas del primer bienio. Durante este bienio se produjo el acontecimiento más grave del período: la insurrección anarquista y socialista conocida como Revolución de 1934, que en Asturias se convirtió en una auténtica revolución social, y que finalmente fue sofocada por el gobierno con la intervención del ejército. La tercera etapa viene marcada por el triunfo de la coalición de izquierdas conocida con el nombre de Frente Popular en las elecciones generales de 1936, y que solo pudo gobernar en paz durante cinco meses a causa del golpe de Estado del 17 y 18 de julio promovido por una parte del ejército que desembocó en la Guerra Civil Española.
Principios fundamentales de la Constitución de 1931
Principio de igualdad de los españoles ante la ley, al proclamar a España como «una república de trabajadores de toda clase».
Principio de laicidad, por el que se iba más allá de la mera separación entre la Iglesia y el Estado para adentrarse en un ámbito de total eliminación de la religión de la vida política. Reconocimiento, asimismo, del matrimonio civil y el divorcio.
El principio de elección y movilidad de todos los cargos públicos, incluido el jefe de Estado.
El principio de unicameralidad, que suponía la eliminación de una segunda Cámara aristocrática o de estamentos privilegiados y por el cual el poder legislativo sería ejercido por una sola Cámara.
Se preveía la posibilidad de la realización de una expropiación forzosa de cualquier tipo de propiedad, a cambio de una indemnización, para utilización social, así como la posibilidad de nacionalizar los servicios públicos.
Amplia declaración de derechos y libertades. Concedía el voto desde los 23 años con sufragio universal (también femenino desde las elecciones de 1933).
Foto: Franquicia Postal Cortes Constituyentes
Manifiesto de los diferentes grupos integrantes:
«Hace 87 años, un esperanzador 14 de abril de 1931 cerraba largos años de opresión, abusos y oscurantismo, protagonizados por los Borbones y su séquito de oligarcas, corruptos y militarotes. Aquel día, se abrió un período de avances democráticos, sociales y culturales.
La actual situación política muestra, una vez más, tanto la incapacidad del régimen del 78 para resolver los problemas de nuestro país, como sus vínculos con el fascismo del cual es directo heredero, a través de la monarquía impuesta por el dictador Franco. Un régimen, por tanto, doblemente falto de cualquier tipo de legitimidad democrática y sobre cuya forma de Estado, monarquía o República, nuestros pueblos jamás pudieron expresar su voluntad.
El Estado monárquico, verdadera dictadura coronada al servicio del capital (“los mercados”), muestra hoy su verdadera cara en medio de la larga agonía que atraviesa desde ya hace varios años. La abdicación exprés de Juan Carlos I, lejos de resolver sus problemas como se pretendía, ha venido a demostrar que la Corona es parte del problema. Así se puso de manifiesto en particular el pasado 1 de octubre, cuando Felipe VI se alineó abiertamente, como era de esperar, con la reacción, respaldando la violencia del Estado en Cataluña contra un ejercicio de democracia que atacaba directamente a las bases de su trono y del sistema oligárquico al que representa. Pero el 1-O fue tan solo un hito en el ya largo recorrido del Estado por la senda del autoritarismo y la fascistización: la implantación de las leyes mordaza y su cada vez más asfixiante aplicación, en contra de artistas y militantes de la izquierda, recurriendo a una aplicación del delito de odio que va en contra de cualquier sentido del derecho y de las mínimas apariencias de democracia, así como el papel cada vez más abiertamente represivo de los tribunales –especialmente agresivos contra los derechos de las mujeres trabajadoras-, junto a una creciente permisividad hacia las bandas fascistas, muestran a las claras que el régimen monárquico es irreformable y que la podredumbre afecta ya a todas sus instituciones. El reciente acuerdo de PP, PSOE y C’s para hacer caso omiso de la sentencia del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo, pese a formar parte del mismo entramado europeo al que tanto aprecian cuando se trata de aplicar las medidas neoliberales, es todo un símbolo de esta realidad y delimita los campos entre demócratas y reaccionarios.
Pero esta deriva autoritaria no se explica tan solo por el origen franquista del marco jurídico e institucional del 78. Responde asimismo a los intereses de la capa de oligarcas que han venido utilizando al Estado para proteger sus intereses particulares, y que ahora están descargando el peso de la crisis económica sobre la población trabajadora. A su dominio se deben la penuria de las pensiones, la aplicación de las sucesivas reformas laborales, el desmantelamiento de los servicios públicos como la sanidad y la educación, los salarios cada vez más míseros, los desahucios de familias trabajadoras, un modelo productivo basado en la especulación y el beneficio a corto plazo, la emigración de decenas de miles de nuestros jóvenes, el mantenimiento de un enorme fraude fiscal, etc., etc. Mientras tanto, sí parece haber dinero suficiente para rescatar bancos y autopistas, mantener curas –pedófilos incluidos-, comprar armamento y enviar tropas a colaborar en el asesinato de poblaciones inocentes. Una situación tan terrible que solo pueden mantener incrementando la represión contra cualquier voz disidente: huelguistas, tuiteros, cantantes o barrios enteros.
El régimen monárquico del 78 no tiene nada que ofrecer a los millones de trabajadores y trabajadoras que padecemos su opresión económica, política, de género, cultural o de cualquier otro tipo. Por el contrario, ha demostrado sobradamente que su lugar es el basurero de la historia.
Sin embargo, todos sabemos que nadie nos va a regalar nada, que para que nazca algo nuevo es condición indispensable que lo viejo muera y que el bloque de poder que sostiene al régimen no va a dejar paso voluntariamente a un orden de cosas más democrático e igualitario. Es necesario salir a la calle y plantarle cara en todos los ámbitos de la sociedad y la política: en el barrio, en la fábrica, en las aulas, en los ayuntamientos, en el ocio y en la cultura, en los polígonos, debemos alzar la voz y organizarnos para hacer posible una República de mujeres y hombres libres e iguales en derechos, de ciudadanos y pueblos soberanos, sin ataduras con el imperialismo, sus guerras y sus instituciones, que favorezca la extensión de la cultura y haga retroceder el oscurantismo religioso, y en la que sea posible devolver su dignidad y su lugar a la memoria de la lucha de nuestros pueblos por la democracia y contra el fascismo. Una República que dé respuestas efectivas a los graves problemas que están atravesando millones de familias trabajadoras.
Es necesario, por tanto, romper con este régimen podrido para construir esa República sobre nuevas bases. Un primer paso para ello, y para desarrollar la organización y la lucha de las clases trabajadoras, puede ser movilizarse en torno a una demanda básica: dar voz al sentir de nuestros pueblos en contra de lo existente, organizar una consulta popular sobre la opción entre monarquía o República.
Llamamos, pues, a todas las gentes que viven de su trabajo, mujeres y hombres, jóvenes y mayores, obreros y estudiantes, a salir a la calle el próximo 14 de Abril para expresar estas aspiraciones, a movilizarse para poder darles voz en una consulta popular y a organizarse para seguir peleando por construir un nuevo país, para hacer realidad la Tercera República.
¡Viva la República!, Elx, 14 de Abril de 2018″
Partidos y grupos que han participado:
Álbum Fotográfico:
Vídeo Manifestación:
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