La Ruta de los Castillos del Vinalopó se presenta como una experiencia verdaderamente única para aquellos que tienen una pasión por la historia y la arquitectura medieval. Ofrece una fascinante escapada a través de una serie de impresionantes fortalezas que no solo destacan por su majestuosidad, sino también por el rico trasfondo histórico que cada una de ellas lleva consigo. Esta ruta brinda la oportunidad de explorar de cerca estructuras que han sido testigos de siglos de cambios y acontecimientos históricos, permitiendo a los visitantes sumergirse en las diversas etapas que han moldeado la región a lo largo del tiempo. Desde las primeras construcciones almohades hasta las reformas de la Edad Media, cada castillo cuenta una parte de la historia local. A continuación, te invitamos a descubrir los castillos más destacados que conforman esta ruta, cada uno con su propia historia, características arquitectónicas y el papel que ha desempeñado en la evolución de la región
Castillo de Banyeres de Mariola
El castillo de Banyeres está ubicado a 830 metros de altitud sobre el nivel del mar. Data de los siglos XII-XIII. Modelo constructivo almohade de planta poligonal y rematado por una torre de grandes dimensiones.
La primera noticia del castillo es el 13 de octubre de 1249, cuando el rey Jaime I, concede el castillo y Villa de Banyeres a Jaufrido de Loaysa y a su esposa Jacometa.
Tras Loaysa, varios señores ostentan el dominio sobre el castillo y la ciudad, siendo el último Jaime d’Artés, quien la vendería a Bocairent en 1446.
El castillo lleva una vida anónima, sin ningún hecho destacado que lo mencione, tanto durante la dependencia de Bocairent, como desde la recobrada independencia en 1628 y todo el resto del S. XVII. Durante la Guerra de sucesión, que lugar en 1705, el castillo y la población soportaron los ataques d elas tropas del archiduque. La fidelidad mostrada a Felipe V en esta guerra se vio recompensada con el título de villa noble, fiel, leal y real, que actualmente aparece en el escudo del municipio.
Una posible reconstrucción del castillo tendría lugar el 1803, a tenor de la fecha esculpida en una piedra de sillería ubicada en el acceso de la estancia grande abovedada.
En la segunda mitad del S.XIX se acelera su ruina y así se demuelen dos paredes.
Actualmente, el estado del castillo es fruto de una restauración, realizada en las décadas setenta y ochenta.
Dentro del castillo encontraremos estas estancias:
Torre del homenaje
Patio de Armas
Aljibe
Sala Museo Festero
Castillo de Biar
El Castillo de Biar data del siglo XII. Está incluido en la ruta de los castillos del Vinalopó, es uno de los grandes atractivos de Biar, declarado Monumento Nacional en 1.931, hoy en día BIC, conserva una bóveda almohade del siglo XII.
Alrededor de un patio central se organizaba el interior del castillo, disponiéndose toda una serie de dependencias destinadas a asegurar la defensa, así como dar cobijo y servicio al alcaide, su familia y la guarnición.
En el siglo XV aparecen descritas la habitación de vigilancia o cuerpo de guardia; la casa de fora, utilizada como pajar; el palau nou que albergaba a la familia del alcaide; el rebost o despensa para almacenar víveres; la cuina o cocina con su gran chimenea; la casa dels forns u horno; el establo; la capella o iglesia bajo la advocación de Santa María Magdalena y Santa Quiteria; el comedor. Todo ello presidido por la llamada Torre Maestra utilizada para guardar las armas y pertrechos del castillo. Estas dependencias, techadas por cubiertas a un agua de teja curva, permitirían recoger el agua de lluvia para almacenarla en el aljibe excavado en la roca que todavía se conserva.
Tras la conquista cristiana de Biar por Jaime I en febrero de 1245, el castillo mantuvo una gran importancia en el sistema defensivo de la frontera meridional valenciana, dada la destacada situación estratégica desde el punto de vista político y militar de Biar frente al reino de Castilla.
El castillo de Biar, fue declarado Monumento Nacional el día 4 de Junio de 1931. Está situado en un cerro rocoso a 750 m de altitud, es de origen musulmán y se sitúa cronológicamente a mediados del siglo XII. Su, estructura que se mantiene, conserva un doble recinto amurallado, y almenado con su correspondiente paso de ronda, con cuatro cubos en el exterior y tres en su interior, ordenado alrededor de la gran torre Maestra o del Homenaje, exenta, de planta cuadrada y de tres plantas. La torre, de 19 metros de altura, está construida con mortero de cal y arena, (tapial), en su interior conserva el ejemplo considerado más antiguo, en bóvedas de estilo almohade. Fue conquistado por el Rey Jaime l el Conquistador en el mes de febrero de 1245 tras un asedio que duro seis meses, en este asalto fue utilizado el “Fonevol,” máquina de guerra para el lanzamiento de piedras. Su último Alcaide según el Llibre D´els Fets, fue MUZA-ALMORABIT.
Castillo de la Atalaya
Jaime I conquista el castillo en 1240 y, tras la firma del tratado de Almizra, el Señorío de Villena pasa a los dominios de la familia Manuel, primeros señores feudales. En el siglo XIV fue Príncipe de Villena el famoso escritor Don Juan Manuel, autor de El Conde Lucanor. Además, en el castillo residió su segunda esposa, la Infanta Doña Constanza de Aragón, lo que obligó a efectuar las primeras reformas. En el siglo XV, el castillo fue gobernado por la poderosa familia Pacheco, Marqueses de Villena, que incorporaron dos nuevos pisos a la torre y levantaron la segunda muralla. En 1476, los Reyes Católicos arrebataron el castillo a los Pacheco tras un duro asedio, del que quedan numerosos proyectiles en el patio de armas.
Su origen data del siglo XII aunque ha tenido diversas reformas y renovaciones. El castillo tiene dos murallas: la muralla exterior, que está defendida por una docena de torreones, y la muralla interior, que forma cubos circulares. Aunque la joya del castillo es la poderosa torre del homenaje, que tiene 4 pisos. En esta torre destacan las bóvedas almohades que podrás ver en las dos primeras plantas y los grafitos, con simbología musulmana, bien conservados en sus diferentes salas. Descubrir todas estas escrituras te transportarán a las épocas de las Guerras de Sucesión y de la Independencia cuando estas cárceles estaban llenas de prisioneros.
Con el paso de los años este castillo se ha convertido en un museo que te permite viajar en el tiempo y aprender la historia de nuestros municipios de una forma completamente diferente.
Castillo de Sax
Imponente castillo roquero que, al igual que el de Petrer, ha sido sometido a un riguroso proceso de restauración. Su emplazamiento, incómodamente aposentado sobre una crestería caliza alargada y estrecha, es uno de sus grandes atractivos. Domina el paso del Alto Vinalopó y protegía al pueblo que le da nombre. El conjunto está presidido por la torre del Homenaje de unos 20 metros de altura y levantada en el siglo XIV y, en uno de los extremos, la torre cuadrada de una sola planta y de época más antigua, el siglo XII. En su interior merece la pena descubrir las bóvedas de medio cañón que cubren las tres plantas. Fue levantado en época almohade y estuvo en manos musulmanas hasta 1239, cuando fue conquistado por la Orden de los Caballeros de Calatrava. En la Guerra de Sucesión el castillo se alineó con Felipe de Anjou y en años sucesivos su propiedad se repartió entre diferentes nobles hasta su adquisición municipal en 1980.
Castillo de Petrer
El Castillo de Petrer, aunque de pequeñas dimensiones, destaca por su robusta muralla de origen musulmán, donde se excavaron casas cueva que se pueden visitar gratuitamente. Situado a 515 metros sobre el nivel del mar, el castillo está a unos 65 metros sobre el núcleo urbano de Petrer. La extensión original de la fortaleza y su recinto amurallado superaba los 3500 metros cuadrados, aunque hoy solo se conserva el lienzo de la muralla occidental y el castillo en sí, de casi 750 metros cuadrados.
El castillo, de forma poligonal, se adapta al terreno del cerro y cuenta con una Torre del Homenaje de dos pisos, terraza y un habitáculo inferior, usado como prisión. Cerca de la entrada, hay una sala abovedada que se utiliza para bodas y eventos musicales. El patio interior, pequeño y de varios niveles, posee un pavimento medieval con un mosaico de teselas.
Frente a la puerta principal, se encuentra una explanada sobre la muralla exterior de 27 metros de longitud y una torre cuadrangular central. El origen del castillo data de la época islámica, en los siglos XII y XIII, cuando la población era conocida como Bitrir. Conquistado por cristianos en el siglo XIII, Petrer pasó a manos de la Corona de Aragón en el siglo XIV, tras la Guerra de los dos Pedros.
En el siglo XV, bajo el Conde de Cocentaina, el castillo se convirtió en residencia, con una mazmorra en la Torre del Homenaje y una capilla en honor a Santa Catalina. Durante el siglo XIX, tras la desamortización de Mendizábal, el castillo cayó en ruinas, ya que sus piedras se reutilizaron para construir viviendas. En 1968, el Obispado de Orihuela cedió el castillo al Ayuntamiento de Petrer, iniciándose su reconstrucción en los años 70 y nuevas restauraciones en 2010.
El Castillo de Petrer se puede visitar libremente los fines de semana y festivos de 11:00 a 14:00 horas. Las visitas guiadas, que incluyen las casas cueva de la muralla, son gratuitas y se realizan de martes a domingo, a las 10:00 y 12:00 horas, previa inscripción en la Oficina de Turismo.
Castillo de Elda
Con un recinto poligonal de 2.700 m2, se trata de uno de los mayores castillos de la Provincia de Alicante, estando declarado Bien de Interés Cultural.
Erigido por el Imperio Almohade hace más de 800 años, ha sido uno de los monumentos que mejor refleja la esencia de las transformaciones experimentadas por una pequeña comunidad agrícola del valle del Medio Vinalopó que, con el paso del tiempo, se convirtió en una gran ciudad industrial y turística, capital administrativa de la comarca.
Alcázar islámico, castillo señorial y palacio condal, fue expresión del poder feudal y de la nobleza rentista y muestra de arquitecturas musulmanas y feudales cristianas, testigo de guerras, luchas nobiliarias y tributos campesinos, albergue de ilustres personajes de las Casas Reales de Castilla y Aragón, residencia palaciega de los nobles Corella y Coloma.
De esta fase se han recuperado abundantes objetos principalmente cerámicos, de vidrio, de metal y una moneda de plata. La fase cristiana le cambió su fisonomía, incorporando nuevas puertas y dos torres semicirculares de sillería, capilla, salas nobles, almacenes y despensas, gran cisterna subterránea, pasillo secreto, potente antemural y cementerio donde se enterraron más de 200 personas. Finalmente, la superficie ocupada amurallada alcanzó los 5.231 m2. A este momento pertenecen numerosos objetos de cerámica, vidrio, metal, hueso, monedas, loza arquitectónica heráldica y restos pictóricos murales.
Al marcharse, a principios del siglo XVIII, sus últimos moradores, los Coloma, se da un proceso de deterioro, patente a comienzos del XIX. En 1841, es propiedad de la Corona, y en 1848, subastado por 121.000 reales, siendo derribado parcialmente y abandonado.
En la actualidad, se está ejecutando el Plan Director con el que se trabaja por recuperar la espectacular dimensión de este monumento que interesa a investigadores y profesionales de todo el país. Por lo tanto, todavía no es posible su visita, si bien se permitirá la apertura al público una vez finalizadas las primeras fases de restauración.
Castillo de Novelda
El Castillo de Novelda, también conocido como Castillo de la Mola, destaca por su peculiar torre triangular, construida en el siglo XIV tras la Conquista cristiana. Ubicado en un promontorio sobre el cerro de la Mola, fue edificado a finales del siglo XII durante la dominación islámica, bajo control almohade. Investigaciones arqueológicas sugieren que se levantó sobre los restos de una fortificación romana.
La fortaleza posee una torre cuadrada de época almohade al suroeste, de 11 metros de altura, construida con tapial. Al noroeste, junto a la muralla, se encuentra la torre triangular, una de las pocas de su tipo en España, construida tras la Conquista cristiana y bien conservada hasta hoy. Esta torre de mampostería y sillería, conocida como Torre de las Tres Esquinas, tiene fachadas de 15 metros de ancho y alcanza los 17 metros de altura.
Inicialmente, el castillo fue controlado por la Corona de Castilla en el siglo XIII, pero tras el tratado de Almizra de 1296, pasó a manos de la Corona de Aragón y, más tarde, se integró en el Reino de Valencia en 1305. Durante el siglo XIV, fue propiedad de varios nobles, y en 1448 se convirtió en parte de la Baronía de Novelda. Sin embargo, entró en decadencia en el siglo XVI y fue abandonado en el XVIII. No fue hasta el siglo XX que se iniciaron las restauraciones para conservarlo.
El Castillo de la Mola se sitúa a unos 3 kilómetros al noroeste de Novelda, a 360 metros de altitud, y se accede por la carretera CV-832.
Castillo de Aspe
El recinto fortificado islámico (siglo XII- XIII) denominado Castillo del Río se halla a tres kilómetros de Aspe, junto a la carretera local que une la población con la autovía Madrid-Alicante. Se encuentra en la margen izquierda del Vinalopó, al sur de la unión de este río con su afluente Tarafa y enclavado sobre una loma de 246 m de altitud.
Más que de un castillo clásico, se trata de un poblado fortificado levantado en época almohade, cuya muralla está compuesta por una sucesión de doce torreones. La planta alargada del recinto ocupa una superficie aproximada de unos 7.000 metros cuadrados, distinguiéndose dos recintos: un recinto inferior o albacar y un recinto superior, ambos separados por una muralla.
En el recinto inferior era donde se emplazaba todo el poblado dispuesto en calles estrechas perpendiculares a la muralla. Las viviendas eran de planta rectangular, construidas en tapial sobre un pequeño basamento de mampostería. El acceso a su interior se realizaba con puertas de una sola hoja y en cuanto a sus techos deberían ser planos, hechos de ramaje y cañas y con mortero de barro recubierto de cal. En su interior, se distinguen una o dos habitaciones, y un hogar que estaba formado por un pequeño entablamento algo elevado. Las murallas también fueron utilizadas como viviendas e incluso los torreones poseen puertas para su acceso.
En cuanto al recinto superior de menor tamaño y el más fortificado, era el lugar donde estaría la parte de la residencia militar. Desde aquí el gobernador vigilaría el amplio territorio que hoy se convierte para el visitante en una gran panorámica de esta zona del Vinalopó.
Este importante yacimiento ha sido objeto de numerosas campañas de excavación, destacando entre los hallazgos arqueológicos encontrados, uno de los dos únicos arados árabes hallados en España que se puede ver en el MARQ (Museo Arqueológico de Alicante). En el año 2001 fue declarado Bien de Interés Cultural.
Palacio de Altamira
El Palacio de Altamira, también conocido como Alcàsser de la Senyoria, es uno de los elementos más significativos del sistema defensivo de la antigua ciudad amurallada de Elche, junto con la Calahorra y la torre del Consell. Actualmente, es parte del Museo Arqueológico y de Historia de Elche (MAHE), mostrando secciones de la época andalusí hasta el Elche contemporáneo.
Los primeros indicios de ocupación del área de Elche se remontan al siglo X, consolidándose en el XI con la construcción de baños y viviendas. En el siglo XI, la ciudad fue amurallada con una cerca de tapial y torres pequeñas. En la época almorávide, el sistema defensivo fue remodelado, añadiendo torres y una entrada monumental. Posteriormente, se construyó una nueva línea de murallas y un foso.
En la baja Edad Media, el sistema defensivo siguió en uso, y se levantó una muralla de encofrado de cal y guijarros, originando el alcázar del señor. En el siglo XV, Gutierre de Cárdenas recibió Elche y realizó importantes transformaciones, construyendo un castillo señorial gótico. Durante las Germanías y el motín de Esquilache, el palacio fue tomado por revueltas populares. En el siglo XVIII, se hicieron reformas y el palacio se utilizó como cárcel hasta 1959.
Con la abolición del régimen señorial en el siglo XIX, el palacio decayó y fue vendido a un particular en 1897. Fue declarado monumento histórico en 1961 y adquirido por el ayuntamiento en 1974. A partir de los años ochenta se llevaron a cabo restauraciones, y en 1985 se inauguró como museo arqueológico. En 2006 se convirtió en parte del MAHE, albergando exposiciones de la historia de Elche.
El Palacio de Altamira sigue siendo un importante punto de interés cultural y turístico, destacando por su valor histórico y arquitectónico, y forma parte integral de la visita al MAHE.
Castillo de Santa Pola
El Castillo de Santa Pola, a diferencia de otras fortalezas en Alicante, carece de Torre del Homenaje o doble muralla, ya que fue construido en el siglo XVI con un estilo militar renacentista, más reciente que las fortalezas de origen islámico de la región. Este castillo de planta cuadrada tiene dos robustos baluartes en los vértices noroeste y sureste, y dos torreones en los otros vértices, ocupando unos 4,000 metros cuadrados.
Actualmente, el castillo alberga el Museo del Mar, la Capilla de la Virgen de Loreto, el Salón de Actos y la Sala Municipal de Exposiciones. En el interior, el Patio de Armas, con más de 2,000 metros cuadrados, es accesible en todo momento a través de dos puertas abiertas, al este y oeste.
Construido entre 1554 y 1557 sobre una antigua torre vigía, el Castillo de Santa Pola fue ordenado por Bernardino de Cárdenas y Pacheco tras un ataque de piratas berberiscos en 1552. Al concluir las obras, se instalaron 33 hombres y sus familias. En 1609, el patio de armas acogió temporalmente a los moriscos de Elche, Crevillente y Aspe antes de su expulsión a África.
En el siglo XVIII, con el descenso de la piratería, se edificaron viviendas alrededor del castillo, que entonces pertenecía a Elche. Santa Pola se independizó de Elche en 1812, aunque la independencia fue temporal hasta su consolidación en 1835. En 1860, se abrió un nuevo acceso al patio de armas y en 1877, Alfonso XII visitó el castillo, otorgando a Santa Pola el título de Villa. A lo largo de su historia, el castillo ha servido como Casa Consistorial, hospital, cuartel de la Guardia Civil y plaza de toros.
Cada uno de estos castillos, con sus historias fascinantes y características arquitectónicas únicas, proporciona una auténtica ventana al pasado medieval de la región del Vinalopó. Cada fortaleza tiene su propia narrativa que refleja los tiempos y las circunstancias en las que fue construida y utilizada, desde sus orígenes musulmanes hasta las sucesivas transformaciones cristianas. La riqueza histórica y el detalle arquitectónico de cada castillo permiten a los visitantes no solo observar la evolución de estas estructuras imponentes, sino también comprender el contexto histórico en el que se desarrollaron. La Ruta de los Castillos del Vinalopó, por lo tanto, se convierte en un destino absolutamente imprescindible para todos aquellos aficionados a la historia y la arquitectura que desean explorar y apreciar el legado medieval que ha dado forma a esta región. La diversidad de estilos y la profundidad de las historias vinculadas a cada fortaleza hacen de esta ruta una experiencia enriquecedora e inolvidable para cualquier entusiasta del patrimonio histórico.